Saturday, November 27, 2010

Ocho Estudiantes de Medicina Fusilados


Monumento a los Ocho Estudiantes de Medicina

Hoy se conmemora un día de luto en Cuba. El fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871 en la Ciudad de La Habana. Estas fotos presentan el monumento elevado a estos estudiantes.

De las notas que tenemos en el Calendario Cubano en este trágico día: “Un Día Como Hoy” por Emeterio S. Santovenia:

“El 23 de noviembre de 1871, en horas de la tarde, alumnos del primer año de medicina se reunieron en el anfiteatro anatómico denominado San Dionisio, contiguo al cementerio de Espada, en La Habana, en espera de uno de sus profesores. Algunos de los congregados -Anacleto Bermúdez, Angel Laborde, José de Marcos y Medina y Pascual Rodríguez y Pérez- subieron al carro mortuorio de la Escuela de Medicina y dieron vueltas por la plaza que existía frente al cementerio. Por otra parte, Alonso Alvarez de la Campa, de dieciséis años de edad, tomó una flor del propio camposanto.

“El 25 de noviembre el gobernador político de La Habana, Dionisio López Roberts, visitó el cementerio de Espada, recogió del celador del mismo la falsa versión de que algunos estudiantes habían rayado el cristal del nicho de Gonzalo Castañón -el director de La Voz de Cuba muerto violentamente en Cayo Hueso, a manos del separatismo cubano- y, acompañado de varios voluntarios y agentes de policía, se presentó en la Escuela de Medicina, en busca, según dijo, del "autor de los desmanes cometidos la tarde del 23 en el cementerio". Tras las palabras amenazadoras de López Roberts, fue iniciado el sumario. Cerca de cincuenta alumnos quedaron detenidos. Seis de ellos ingresaron en la cárcel de La Habana bajo absoluta incomunicación. El 26 de noviembre la mendaz imputación hecha a los estudiantes de medicina adquirió los caracteres de verdad inconcusa. Y los voluntarios, vociferantes, por medio de comisiones negociaron con el Segundo Cabo: Romualdo Crespo, el fusilamiento de víctimas propiciatorias. Un consejo de guerra verbal se encargó de juzgar a los acusados. La defensa de éstos fue asumida, por Federico R. de Capdevilla, capitán graduado del Ejército, quien calificó de "triste, lamentable y esencialmente repugnante" el acto que le concedía la honra de comparecer y elevar su voz ante un tribunal reunido "por la fuerza, por la violencia y por el frenesí de un puñado de revoltosos". La sentencia dictada por el consejo de guerra, injusta por cuanto era condenatoria, pero sin pronunciamiento de la pena de muerte, exacerbó a los amotinados voluntarios, que lograron de Crespo la formación de un nuevo tribunal, en el que ellos tuvieron mayoría.

“El 27 de noviembre se reunió el segundo consejo de guerra. El delirio de los voluntarios había creado un ambiente en todo propicio al sacrificio de los acusados. En forma irregular, sin garantías para los enjuiciados, se desarrolló la vista. Lo predominante fue el pugilato establecido en torno al número de los que habían de ser fusilados. A la una de la tarde el consejo de guerra firmó la sentencia, que condenó a ocho a ser pasados por las armas y a treinta y cinco a presidio y reclusión por términos de seis años, cuatro años y seis meses. A las cuatro y veinte minutos de la tarde del 27 de noviembre, de 1871, en la Plaza de la Punta, frente al costado Norte de la cárcel de La Habana, se llevó a cabo el fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina condenados a muerte por la supuesta profanación del sepulcro de Gonzalo Castañón. Los ocho inocentes así inmolados a la furia del integrismo fueron Alonso Alvarez de la Campa, José de Marcos y Medina, Carlos Augusto de la Torre, Eladio González y Toledo, Pascual Rodríguez y Pérez, Anacleto Bermúdez, Angel Laborde y Carlos Verdugo. Estos inocentes fueron víctimas de los excesos desatados en Cuba por la reacción encaminada a contener los avances del separatismo insular.”

Otra vista del
Monumento a los Ocho Estudiantes de Medicina

De las siguientes fuentes de información sólo presentamos algunos párrafos:

“Fue el día 28 de enero de 1909, la fecha en que el doctor Fermín Valdés Domínguez, tan íntimamente ligado a los sucesos del 27 de noviembre de 1871, pudo decir y escribir: "Icé, con mis manos la bandera que, al lado del pedazo de pared de La Punta, dice al mundo que allí está algo de nuestro corazón, que aquella sangre allí derramada hace de aquel lugar, altar donde nuestro amor a la nacionalidad nos tiene siempre de pie y dispuestos a lo que el deber nos mande hacer en honra de ella". Con este hecho quedaba liquidada, definitivamente la lucha nacida al calor de una idea que había encontrado oposición entre los anhelos de los patriotas que deseaban honrar a los Estudiantes Fusilados en 1871 y los intereses materiales que, nacidos según aseguraban, de derechos adquiridos, ponían en un campo de imposibilidad el que se conservara como reliquia permanente el "paño de pared" que hoy presencia, año tras año, el desfile de la juventud cubana, que rinde un homenaje de admiración, de cariño y de respeto a los jóvenes que inmolaron sus vidas y que quedan unidos con este lazo: Inocentes... Cuenta la historia que allá, a mediados del mes de julio del año 1901, el general norteamericano Leonardo Wood, a la sazón Jefe de la Intervención Norteña, había ordenado la demolición del edificio que se encontraba en los terrenos del Castillo de La Punta y que se conocía con el nombre de "Barracones de Ingenieros".”...

Monumento a los Ocho Estudiantes de Medicina
en la Ciudad de La Habana


“Hace años, tantos que por estos días murió el último de los actores de lo que te voy a contar, un grupo de jóvenes estudiantes del primer curso de medicina, niños casi porque entonces se entraba en la Universidad con menos edad de la que hoy se requiere, esperaba al catedrático de disección, es decir, el que les enseñaba a conocer el cuerpo humano prácticamente, estudiándolo en cadáveres. Junto al anfiteatro se encontraba el primitivo cementerio de Espada, de nichos adosados a la pared, cementerio clausurado en 1878 y en cuyo sitio hoy se alzan espléndidos edificios, muchos de ellos construidos en estos días. La espera se hace larga. Uno de los jóvenes trepa al pescante del carro que conduce los cadáveres, otro toma una flor. ¿Qué más pudo ocurrir? Pero en el cementerio hay un celador, perverso y amargado, que no gusta de las risas ni de los juegos de la juventud. ¿De qué chanza de algún joven estudiante quiso vengarse el celador ruin? No se sabe, pero es lo cierto que acusó a los estudiantes de haber rayado el cristal de la tumba de Gonzalo Castañón, el periodista procaz, bien amado de los voluntarios, que se creyó obligado, por defender a España, hasta a insultar a las cubanas. Gonzalo Castañón, a quien diera muerte en Cayo Hueso un cubano, un cubano que no gustaba de que viviera el que insultaba a sus hermanas. Llegó a los voluntarios lo del cristal rayado, y rugieron enardecidos. De nada sirvió que el Capellán del Cementerio declarase a Gobernador de La Habana que las marcas en el cristal de la fosa eran muy antiguas. El Gobernador se personó en la clase del segundo curso, acusando a los alumnos y queriendo llevarlos presos, pero con valor y decisión se opuso a su intento el profesor Bustamante. Y fue López Roberts a buscar entonces culpables al primer curso, y allí encontró a un Dr. Valencia que, cobarde, favoreció sus deseos. Cuarenta y cinco de sus discípulos partieron para la cárcel. Hay silencio en los hogares cubanos. En las tiendas de españoles y en las calles todo es bullicio. Los voluntarios están de parada. Termina ésta, y no se disuelven. Van para la Plaza de Armas a gritar, ebrios de odio y de vino, y a pedir las cabezas de los detenidos. Después, todo ocurre a la carrera. El Primer Consejo de Guerra, formado por jefes y oficiales del ejército, y estando encargado de la defensa de oficio el Capitán Capdevila, quien luchó con denuedo para evitar que la comisión de un crimen manchara su bandera, condenó a prisión a varios de los acusados. Pero la fiera no está satisfecha. Ha pedido vidas, y no se conformará con otra cosa. Y Crespo, el Segundo Cabo, forma otro Consejo de Guerra, integrado en su mayor parte por oficiales de voluntarios. Y cinco jóvenes son condenados a muerte.”...

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